lunes, 27 de mayo de 2013

SEMANA JURÁSICA. PARQUE JURÁSICO.


"Una aventura que nació hace 65 millones de años" así rezaba la frase promocional de una película que, quizá sin saberlo, quizá completamente consciente de ello cambió la historia del cine para siempre, los blockbusters nunca más serían simples pelis veraniegas para cerebros reblandecidos. Parque Jurásico había llegado con la intención de quedarse a base de rugidos de T-Rex.

Cuando en 1993 se estrenó Parque Jurásico, una película basada en una novela de Michael Crichton y dirigida por Steven Spielberg, los críticos de medio mundo la esperaban recelosos para meterle caña. La película tiene sus defectos, unos personajes más planos que un papelillo de fumar era uno de los contras que la crítica lanzaba a Spielberg y algún que otro detalle, como que la historia de supervivencia no era para nada novedosa era meras pegas de críticos pejiqueros que no querían ver más allá de la analítica crítica de Cahiers du cinema. Parque Jurásico, más allá de sus defectos y del excesivo merchandising es una película inolvidable, nació en el momento idóneo para ser grande y, evidentemente lo fue.

La historia del parque de dinosaurios que el millonario John Hammond había montado cerca de Costa Rica y el viaje de los paleontólogos Ellie Sattler y Alan Grant, acmpañados por el carismático Ian Malcolm para ver si conseguían avalarlo, así ha simple vista es una trama bastante original, UN PARQUE DE DINOSAURIOS, por el amor de dios! eso es nuevo digan lo que quieran. Por supuesto la visita al parque se les va de las manos, los dinosaurios se escapan y se monta el lío. Una historia de supervivencia dirigida por Spielberg, un Spielberg en estado de gracia, venía de rodar la magnífica tercera parte de Indiana Jones y Hook y pronto dirigiría La lista de Schindler, posiblemente la película sobre la Segunda Guerra Mundial más valiente que se ha hecho en muchos años, en fin un Spielberg con un pulso narrativo espectacular que filmó unas escenas de acción, el primer ataque del tiranosaurio me sigue poniendo la carne de gallina, que aún hoy siguen sin ser superadas.

Esta no es una crítica, es más la carta de amor de un friki hacía la película que marcó su infancia, un film único que forjó la personalidad de la mayoría de niños de mi generación, niños que querían ver una película entretenida, con acción y frases ingeniosas en un mundo nuevo e impactante y eso, a día de hoy, veinte años después no ha cambiado, volverla a ver con veintisiete años sigue siendo igual de espectacular e incluso mejor, porque no solo rememoras y celebras la existencia de un film brillante, recuerdas y celebras tu propia infancia o ese momento de tu vida en que todo se paró y un velociraptor abrió una puerta.

10/10


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