El Gatsby de Luhrman es exagerada, pomposa y sobre todo excesiva. El Gatsby de Luhrman es puramente Luhrman.
Baz Luhrman director entre otras de Romeo + Julieta o Moulin Rouge ha construído un gran Gatsby muy particular. Ha cogido el clásico de la literatura americana de F. Scott Fitzgerald y lo ha metido de cabeza en una marmita de LSD, luego le ha metido planos aéreos hasta la extenuación, unas interpretaciones soberbias y nos lo ha presentado todo en una bandeja de plata al lado de una copas de champagne y restos de confeti de la fiesta de la noche anterior. Luhrman quiso construir en este film una épica romántica y, al menos en mi opinión, alejada de las estetas críticas de Cannes, creo que lo ha conseguido y si tal vez no es la gran película del milenio que Luhrman se piensa que ha dirigido, sí es una gran película, al menos de este año, de este mes, de esta semana o de este día.
El gran Gatsby nos mete literalmente de cabeza con uno de los cientos de planos aéreos, en el Nueva York de los años 20, lleno de excesos y riqueza por todas las esquinas; no es un film humilde, ni falta que le hace, se empeña en recrear la pomposidad de una época, no busca un retrato social, busca darnos envidia y enseñarnos que dentro de ese mundo loco de fiestas a ritmo de Jay Z existen pequeñas historias de grandes hombres como es el propio Jay Gatsby. Posiblemente si el mismo Gatsby hubiese hecho una película sobre su vida se parecería a esta celebración del descontrol.
Más allá del estilo de Luhrman hay unos actores que interpretan a la perfección unos personajes que si a simple vista pueden parecer vulgares, son mucho más profundos conforme avanza el film. Leonardo Di Caprio como alma mater de la película, desde su primera aparición se come el film. Di Caprio es consciente de la grandeza de su personaje y de las debilidades del mismo, aparentemente Jay Gatsby es un personaje fuerte e importante pero por dentro es un alma rota por un amor que se empeña en recuperar y eso Di Caprio lo transmite con solo una mirada. Y si hablamos de miradas hay tenemos la de Carey Mulligan, una mezcla entre ternura y conformidad que, a un personaje tan tramposo como este lo dota de una gran personalidad. También Tobey Maguire, del que siempre espero un mínimo esfuerzo y nunca me llega a sorprender, interpreta aquí a un Nick Carraway excelente, un espectador del drama interior de Gatsby que es tal y como nos sentimos todos.
La fotografía, el diseño de producción, el vestuario espectacular y una banda sonora muy cuidada producida por un inspirado Jay Z componen un equipo que será galardonado en la próxima temporada de premios y que, como es habitual en el cine de Luhrman es espectacular en su exceso. El tema principal de Lana de Rey, que suena durante la película ya sea cantada por ella, instrumental o a ritmo de jazz adorna con gran potencia y dramatismo a un film que vive con la sensibilidad a flor de piel. Un conjunto de cine para un director que juega a fusionar a Cecil B. de Mille, con George Cukor, con la era Iphone y el drama clásico en una película cuanto menos espectacular.
Tal vez la película de Luhrman te pueda gustar más o menos pero te causará un impacto, un impacto, para este que os escribe muy positivo, un film épico sobre el amor de un hombre a una mujer y el amor, a una época dorada como fueron los años 20 que nunca antes estuvieron tan pasados de rosca.
8/10
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