lunes, 23 de enero de 2012

LOS DESCENDIENTES






Esta película vive y respira por tres motivos principalmente, que además son los que la hacen maravillosa y que a continuación voy explicar: Alexander Payne, George Clooney y Hawaii, esas tres cosas hacen que Los descendientes sea la obra maestra de un gran fabricante de obras maestras.

Alexander Payne, también conocido como el tío que hizo Entre copas ha vuelto con una película nueva que no dista mucho de aquella joya, aquí también se habla de las relaciones entre las personas, no hablo de parejas ni de padres e hijos hablo de personas porque es de lo que habla el film; pero se habla de esas relaciones de una manera muy especial, en ocasiones Payne te pinta una sonrisa y en la siguiente escena te hace llorar, no a lágrima viva, estos no es un telefilm de mujer maltratada con cáncer crónico y hijo drogadicto, sino una lagrimita de esas que te resbalan por la mejilla y no te das ni cuentas, es un director que sabe contar historias y sabe que las cuenta bien.


El siguiente motivo por el que esta película es una de las delicias por las que vale la pena vivir es el señor de la foto de arriba, un George Clooney que como pone en la portada de la película: "nos brinda la interpretación de su carrera", amo a este hombre en serio, no de un modo homosexual sino como hombre, es guapo y talentoso, en fin todo lo que un hombre debe ser. En esta película hay muchas escenas en las que George se luce a tuti pero es en una, justo al final cuando, sin mediar palabra, con un primer plano de Clooney y su mujer en coma, con esa lágrima cayendo lentamente, con los ojos cerrados, es justo entonces cuando te das cuenta y exclamas a los cuatro vientos: ¡ESTE TÍO YA NO ES EL QUE SALÍA EN URGENCIAS! aunque ya nos dimos cuenta de eso hace mucho tiempo, pero aquí Clooney nos lo subraya.


Y Hawaii, por fin Hawaii, si a Payne le gusta lo que está contando, también le gusta donde lo está contando, en este paraje de ensueño que nos sirve para que estos personajes nos cuenten sus miserias. Payne utiliza Hawaii como usó la ruta vinícola estadounidense en Entre copas, como un camino hacia la redención y donde los personajes se conocen y se entienden. Además Alexander es un tío muy inteligente y enmascara, tras los colorers vivos de Hawaii y sus playas y sus daikiris y toda la pesca lo triste de esta historia que cuando entras de lleno en ella te deja huella.

Si habéis llegado hasta este punto de la crítica ya sabréis que me he enamorado de este film y de todo lo que lo compone así que ya no hay nada más que decir. Aloha.

10/10