jueves, 29 de mayo de 2014

LA CULPA, UN SENTIMIENTO MUY CINEMATOGRÁFICO.

Dice la Wikipedia acerca de la culpa: "voluntaria omisión de diligencia en calcular las consecuencias posibles y previsibles del propio hecho" y creo que las dos películas que voy a poner como ejemplo sobre la culpa como subgénero cinematográfico no pueden ser más cercanas a esta definición. En este post voy analizar dos films muy relevantes sobre la culpa y el sentimiento de culpabilidad, visto desde dos prismas diferentes pero que acaban confluyendo en un mismo punto: la culpa como explosión de las tramas y derrumbamiento de quienes la llevan a cuestas. 

Las películas son "Muerte de un ciclista" de Juan Antonio Bardem y "La soga" de Alfred Hitchcock dos ejemplos sobre la culpa cinematográfica que pienso desmenuzar como el señor Bretodeau hacía con su pollo en "Amelie" una película que no viene a cuento para nada aquí pero que siempre da gustico mencionar.

EL CRIMEN.

En el film de 1948 de Alfred Hitchcock, dos estudiantes perpetran lo que para ellos es "el crimen perfecto" y no se esconden a la hora de dejar al cadáver escondido en un arcón sobre el que sirven la cena, hasta ahí todo bien. La culpa está presente en uno de ellos que en los primeros momentos consigue frenarla mientras los invitados a dicha cena van llegando, pero no es hasta la aparición del astuto profesor de infancia de los protagonistas y criminólogo interpretado por un soberbio James Stewart que estalla la culpa en todo su esplendor, pero ese tema pertenece a otro punto.
En la película de Juan Antonio Bardem del año 1955, Alberto Closas interpreta a un profesor de universidad que, durante un fin de semana romántico con su amante, una dama de la alta burguesía casada con un hombre importante en la sociedad, atropellan a un ciclista que pasaba por allí. El miedo a ser descubiertos despierta la culpa en el primer acto en ambos personajes, en el caso de la amante interpretada por Lucía Bosé por miedo a perder el estatus y el rango social al que pertenece no solo por el crimen sino por la infidelidad y en el caso del profesor la culpa se limita al hecho del crimen, el atropello al susodicho ciclista del título. El detonante que hará estallar la chispa de la culpa vendrá dada por un amigo experto en arte de la pareja del personaje de Lucía Bosé que sabe algo que puede desmontar la historia de los dos amantes.

Puntos de partida muy diferentes pero que incluyen un crimen, en un caso voluntario y en otro involuntario que cambiará para siempre la vida de los protagonistas.


EL DETONANTE.

Volvamos por un instante a la definición de Wikipedia de la culpa: habla sobre la voluntaria omisión al calcular las consecuencias de un hecho y en estas dos películas no puede estar más claro que los actos pueden tener consecuencias horribles e inesperadas si no están perfectamente planificados.
Los protagonista de "La soga" pensaban que habían cometido "el crimen perfecto" y que nunca los pillarían, error y además gordo, el crimen perfecto es aquel que no se comete, una vez que lo has cometido, por muy bien que creas que lo has hecho puedes estar seguro que algún cabo se quedará sin atar y aunque los cabos queden bien atados será nuestra protagonista: la culpa, la que delate a los criminales. Y la culpa viene dada por un detonante, en el caso de los estudiantes universitarios el detonante es el personaje de James Stewart que tensa la cuerda durante todo el metraje para al final confesar que sabe toda la historia, que los nervios y la culpabilidad los delatan, incluso aunque tengan la sangre fría de esconder el cadáver en el arcón sobre el que se sirva la cena, pensando así que nadie lo encontraría, al ser tan evidente. 
En "Muerte de un ciclista" es el amigo del marido de Lucía Bosé el que funciona como detonante de los sentimientos de los protagonistas, durante la película suelta pildoritas sobre un dato que conoce, dato que Closas y Bosé relacionan inmediatamente con la muerte del ciclista. La película avanza y la tensión crece, el personaje de Alberto Closas empieza a estar cada vez más nervioso y a tomar decisiones erroneas en su trabajo, como la de suspender a una alumna que le acarrea grandes problemas durante el film; mientras que el personaje de Lucía Bosé lucha por permanecer entre los altos estamentos de la burguesía y esconder el crimen. Hasta que se descubre el pastel: el amigo del marido no sabe nada del crimen, solo conoce la relación entre ellos y amenaza con contarla al marido ¿Un suspiro de alivio que llega demasiado tarde?


LAS CONSECUENCIAS.

Al final todos se derrumban, la culpa es implacable y ataca a los culpables sin piedad. En el caso de "La soga" los protagonistas se derrumban ante la revisión de los hechos que realiza el personaje de James Stewart, comprenden que les han pillado y tras un monólogo antológico Stewart concluye en entregar a los protagonistas a la policía. Un final cruel pero justo para estos insolentes que se creyeron unas eminencias del crimen pero que hicieron de su altivez su mayor error.
Y en "Muerte de un ciclista" la culpa puede con los protagonistas hasta la muerte (disculpad el...SPOILER) pero si hablamos de consecuencias de la culpabilidad no se puede omitir el final de este film. El profesor decide contarlo todo a la policía porque ya no puede más, así se lo hace saber a la dama aburguesada y esta no reacciona muy bien, planea un crimen en el mismo sitio en el que ocurrió el primero e involutario y así ocurre, el profesor interpretado por Alberto Closas muere atropellado por la hija de la burguesía Lucía Bosé que huye en la noche y que, al esquivar a un ciclista (a veces el destino es divertido, justo y cruel al mismo tiempo) encuentra la muerte al caer por un puente. 

Y nada mejor para despedirme que hacerlo recordando la escena final de la película de Bardem: un ciclista interpretado por Manuel Alexandre, al ver que la dama burguesa ha muerto por su culpa decide esconder el crimen involuntario que él mismo ha provocado y huir con su bicicleta, a la espera de que la culpa lo destroce por dentro como el buen círculo vicioso que es la vida.