jueves, 20 de febrero de 2014

¡STELLAAAAA! El día que me subí al tranvía.


Hoy voy hablaros de un clásico ¿un clásico cualquiera? no, EL CLÁSICO, una de las películas legendarias de la historia del cine, una obra intemporal, sudorosa, pasional y teatral, muy teatral "Un tranvía llamado deseo", ya sabéis Marlon Brando, Vivien Leigh y la locura.

Él es Stanley Kowalsky un polaco afincado en Nueva Orleans que tiene muy mal beber, ella es la cuñada de Stanley, Blanche Dubois, la hermana de la famosa Stella, que llega a casa de Kowalsky para quedarse con la excusa de una mera visita. Blanche esconde muchos secretos, Stanley lo sabe y ahí empiezan las tensiones que tan bien escribió en su día en el libreto original Tenessee Williams y que tan rebien adaptó Elia Kazan
Esto no es una historia de amor al uso, hay amor, sí, al límite y pasiones desbordadas, unas pasiones que llevarán a cada uno de los protagonistas hasta puntos que jamás imaginaron. Un film tenso, con interpretaciones soberbias y con momentos para historia, Brando reprochándole a Leigh por el dinero de la venta de la casa familiar, Blanche reconociendo esos pasajes oscuros de su pasado al desdichado enamorado de ella Mitch y la pobre Stella, una Kim Hunter como ama de casa sumisa siempre fiel y dispuesta a perdonar los excesos de su amado.

Y es que cada personaje tiene su propia cruz: Stella es la que la lleva más grande, soportar a Stanley porque siente por él un amor inmortal y saber llevar a Blanche, manejar la locura de esta y evitar encontronazos con Stanley. Luego está Blanche, la muerte de un amado años atrás la lleva a tener encuentros con hombres que en el fondo detesta pero que la hacen sentir protegida, un alma rota por la locura que ve el mundo de color de rosa (aunque la película sea en blanco y negro, perdonad el chiste malo) hasta que Stanley le pone los pies de nuevo en el suelo. Y Stanley, la piedra angular de este triángulo de locura y pasión desenfrenada, un personaje rudo y tosco, que no se anda con miramientos a la hora de soltar las cosas, un fortachón sudoroso, el icono pop por excelencia, odia a Blanche y mientras rebusca en su pasado e "intenta soportarla" por amor a Stella, un amor peligroso y dañino.

Y ya está servido el cóctel perfecto, unos actores en estado de gracia, una Vivien Leigh espectacular y un Brando magistral en una de las obras maestras más grandes de la historia, un film imprescindible que todo buen amante del cine y de las historias bien escritas no debería perderse.



Y aquí la mágica escena de "Hey Stella" de Brando: