martes, 9 de abril de 2013

RETROCRÍTICAS. LA CASA DE LOS MIL CADÁVERES


En esta sección que empieza hoy he decidido recuperar del pasado grandes films olvidados o no tan olvidados y hacer una pequeña reseña sobre ellos, clásicos de lo absurdo y bizarro, films únicos en su género que han creado escuela. Obras maestras ocultas que bien merecen una revisión. Y para empezar la sección no puede haber una película mejor que La casa de los mil cadáveres de Rob Zombie.

Rob Zombie es, aparte de un director de cine al que se le va la pinza demasiado, un roquero de heavy metal que con su grupo White zombie es conocido en el mundo entero. Pero es su faceta como director de cine lo que lo trae hoy aquí. Su debut en la dirección fue este film, La casa de los mil cadáveres y la verdad que fue un debut que hizo historia, Rob, con su arte distorsionado rodó un film único, que a ratos bien parece un videoclip heavy grotesco y a ratos es un ejemplar slasher que recuerda muy mucho a la grandísima y madre de todos los slasher's La matanza de Texas.
La historia gira en torno a un grupo de chavales que, tras una visitas a la gasolinera del Capitán Spaulding deciden ir en busca del árbol donde fue ahorcado un científico loco llamado Doctor Satán, en su camino pincharán una rueda y terminarán en una casa de lo más peculiar. El argumento no es lo más original del mundo, pero eso Zombie lo sabe y pasa de largo de él, lo que le importa de verdad es la sangre en todas sus formas, de la más espesa a la más líquida y en eso se esfuerza durante los ochenta minutos que dura el film.
Pero no es solo la típica película sangrienta y nada más, Rob Zombie nos presenta también un gran circo bizarre que hace las delicias de los más sibaritas en este género. El Doctor Satán es una institución dentro del terror actual con su aspecto de cadáver putrefacto; pero es sin duda el Capitán Spaulding, interpretado por un enorme Sid Haig el que se lleva la palma con su aspecto de payaso macabro, en su gasolinera podemos encontrar los artículos más grotescos y desagradabes, pasear por un túnel del crimen espeluznante y a la salida llevarnos el coche con el depósito lleno y una ración de pollo crujiente. Es sin duda este personaje lo que atrapa al espectador desde el minuto uno y, aunque su aparición se reduce a tan solo quince minutos de film es lo que se nos queda grabado en la retina.
Y es que La casa de los mil cadáveres es un dantesco espectáculo, una celebración de la mutilación y lo horrible, es lo que la hace grande y es lo que la convierte en un clásico instantaneo del cine de terror, porque es tensión constante y porque nunca decae. Por eso este film memorable de un director más que curioso se merecía inaugurar esta sección.

10/10