miércoles, 22 de agosto de 2012

HARAKIRI, MUERTE DE UN SAMURAI


Para empezar esta crítica debería decir que desconozco el film original de Kobayashi, tengo intención de verlo pero aún no lo he visto con lo cual no puedo comparar; pero sí conozco muy bien el cine de Miike ya que, de un par de años a esta parte me he puesto mucho las pilas con este hombre y he descubierto algo más que a un director de cine, he descubierto al artista, al orfebre que trabaja cada plano como una pequeña obra maestra y eso, en este film, un tanto alejado a lo que nos tiene acostumbrados se nota bastante.

Miike nos cuenta en este Harakiri la historia de un samurai retirado llamado Hanshiro que, con la intención de morir dignamente acude a la casa del clan Li para realizarse allí un Seppuku o Harakiri, pero el jefe de la casa, para disuadirle le cuenta la historia de Motome, un joven ronin que fue a su casa con la misma idea. Esto huele a clásico instantaneo, huele a humanidad, a sabiduría y a un director que se hace mayor, un hombre que ha cambiado las bases del cine asiático actual desde sus cimientos y, como se ve en este film de una manera espectacular. Ha jugado a ser un director de los años sesenta que realizaban films del género chambara, el que nos ocupa de un manera seria y con un pulso firme.


Miike que a ratos es un desmadre y algunos de sus films cargan con ese lastre y no llegan a ser todo lo buenos que debieran es también la mayoría de las veces un hombre preocupado por sus historias, un hombre que cuida cada plano dotándolo de poesía y un lirismo, en ocasiones un tanto fingido para dotar a su chambara de un aire un tanto más místico de lo debido, pero siempre demostrando lo amante del buen cine que es. Miike, que en su anterior película (13 asesinos) ya nos demostró que, en su parte inicial, con la presentación de personajes no le temblaba el pulso a la hora de explayarse y dejarlo todo bien atado antes de la tormenta de violencia que venía después, aquí se lo trabaja mucho más todo, porque el film empieza en todo lo alto y luego, cuando llega el temido flashback en el que la película debería bajar el ritmo, Miike lo mantiene y nos cuenta una historia familiar muy humana y cercana haciendo que todo lo serio que es el arranque, con toda esa tensión se relaje un poco y veamos a un genio crear arte.


Pero al final Miike vuelve a sus raices, a la violencia, tal vez aquí un poco más contenida, porque si algo es esta película es contenida cada segundo pero violencia marca de la casa 100%. Y es en esta última parte cuando Miike nos hace reflexionar, nos hacer ver que el honor entre samurais, al contrario de ser algo digno y muy de hombres es una insensatez, en mí opinión el mensaje final de Miike redondea al film, una obra de arte que se disfruta tanto como Hanshiro goza de su pastel de arroz.

9,5/10