lunes, 28 de mayo de 2012

MEN IN BLACK 3


Los Men in black han vuelto ¿mejorando lo que era la saga hasta ese momento? Pues la verdad es que lo tenían fácil. Este film recupera el espíritu gamberro de la primera parte, sin ser aquella película de referencia pero para ser otra secuela la verdad que da ejemplo.

Al principio de los tiempos, allá por 1997 se estrenó una película de ciencia ficción con Will Smith y Tommy Lee Jones que mezclaba a la perfección lo que viene siendo la sci fi antigua con una acción y unos efectos especiales modernísimos, de última tecnología; la idea, dirigida por Barry Sonnefield salió de maravilla, todo el mundo estaba encantado con el invento. Pero entonces llegó la secuela en el 2002, una película para el exclusivo lucimiento de Smith y su ego que por aquel entonces ya alcanzaba cotas bastante altas; ¿el film? una castaña, se perdió la chispa de la primera parte y lo que quedaba eran los efectos y la acción, además de una mala muy muy floja.


Pero ahora, con toda la crisis que hay llega esta tercera parte y no digo lo de la crisis por nada, Smith, que llevaba unos años desparecido con el director ese italiano haciendo dramones de telefilm de Antena 3 necesita volver a reconciliarse con la crítica, que le dio la espalda hace unos años con sus fiascos de lucmiento propio, ahora que su ego es más alto que él y más largo que El príncipe de Bel Air, la taquilla la tiene ganada porque a la gente cuando a Will Smith se le cae un moco o se tira un pedo todos corren como bobalicones a ver que hace, que tampoco culpo a la gente, el tío lo vende bien y por eso nos lava el cerebro. Pero bueno, a la peli que me voy del tema, es que me cae muy mal.

La película es una auténtica gozada, la verdad es que iba con las espectativas bastantes bajas, estaba convencido de que la fórmula ya se había terminado y que el film sería un blockbuster más de usar y tirar y no, mira tu por donde. Los hombres de negro han vuelto y Sonnefield nos de muestra que son humanos, que hay personas dentro de esos trajes, personas que se relacionan y que tienen unas vidas. Mola Barry, ahora sí que le has dado.


En la película J debe viajar a los 60 para salvar a K de un malote muy feo que lo va a matar. Sí, lo sé, tal vez el argumento tampoco esté desarrollado del todo, la peli es mucho más, pero dejad que me explique, no os quiero destripar nada. ¿Os acordáis cuando os he dicho que en la segunda parte desapareció la chispa? Pues aquí ha vuelto la chispa por partida doble, porque si Smith vuelve a molar mucho, Tommy Lee Jones y su homónimo sesentero interpretado por un genial Josh Brolin (¿Cómo lo hace para poner las mismas caras que Jones?) son la guinda del pastel, a parte de una trama muy inteligente, rodada con una soltura espectacular que nos muestra una época, unos personajes pero sobre todo nos muestra a dos hombres que se conocen más a fondo (sin mariconadas jeje) y que, como en el brillantísimo final se ve, están más que unidos.


También en esta secuela la saga recupera una seña de identidad muy suya, un malo con carisma, si la mala de la secuela anterior dejaba mucho que desear y su secuaz, un sosete Johnny Knoxville daba pena; aquí  el enemigo mola, aunque da cierto asquito en algunas escenas, mola, es parte de su encanto, tal vez no sea el malo de la primera (Azúcar, más! que mítico) que era impresionante, pero este también da el puntillo.

Y al final llegó el final y la última escena, simple como ella sola, dos hombres hablando en un bar, sería el punto final a una saga que ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, en esta última escena, que redondearía al conjunto todo queda cerrado de maravilla y nos suelta, metafóricamente, en toda nuestra cara un: "Ya está, no hay nada má que explotar" que hace que todo el público lo entienda. Pues ya está.

7/10