lunes, 20 de febrero de 2012

PROMOCIÓN FANTASMA


Promoción fantasma o John Hughes se toma una birra (llámalo birra llámalo batido de vainilla) con Ivan Reitman mientras discuten sobre sus guiones en un bar de los ochenta y cuando menos se lo esperan entra Judd Nelson y se sienta con ellos; eso sería, exagerando bastante pero sin salirme un ápice de lo que es este film, esta agradable sorpresa.

Porque esta película vive porque existieron los ochenta y el cine de aquella época, y esta frase posiblemente sea la tontería más grande que me haya pasado por la cabeza en mucho tiempo, pero esperad, me explico. Promoción fantasma respira aire retro por los cuatro costados y las referencias a films como El club de los cinco, Porky's (por su humor de sal gorda) o, claramente Los cazafantasmas son innegables, pero olé sus huevos por hacer eso en España y que le salga tan de puta madre. Porque hacer pelis de adolescentes e institutos es muy fácil si eres americano y sabes dotar a tus historias de un toque inocente, pero si ruedas una peli de adolescentes en España posiblemente se meta por medio la mierda de la realidad social y los estudiantes sean unos drogadictos violadores que van a terminar sus vidas en la cola del paro o prostituyéndose, pero, y lo digo por una vez y sin que sirva de precendente, este género de películas lo hacen mejor los americanos y, sin copiar Javier Ruiz Caldera dota a su película de un estilazo y una elegancia que, de no ser por algún chiste o gag demasiado poco sutil, es digna de envidiar.


Porque, desde una banda sonora que hará las delicias de más de uno o una y una ambientación que te mete de lleno en aquella inocencia ochentera cuando solo se pretendía contar historias, nada más, divertirse sin intentar ser pretencioso, y eso Javier Ruiz Caldera lo sabe muy bien, si  en su anterior película, Spanish movie se mofaba a base de bien del cine  español a la manera estadounidense y de sus clásicas Scary movie, aquí hace lo suyo con el cine de instituto y con las situaciones divertidas que ocurren cuando un profesor que ve muertos debe ayudar a un grupo de estudiantes fallecidos en un incendio a solucionar sus problemas y abandonar el instituto de una vez por todas. La idea, como he dicho antes es el cruce perfecto entre el cine de John Hughes, los protagonistas mueren en un incendio en la sala de castigo, no puede ser más El club de los cinco; y también nombraba antes a Ivan Reitman por ese toque de cine fantástico tan dulce. Todo es muy inocente y precioso en esta película que hará las delicias de los treintañeros de la sala que se criaron con pelis como Todo en un día o Los Goonies, vamos esa época que está ahora tan de moda.


Pero si algo sostiene el film, aparte de una historia que engancha desde el minuto 1 por su ritmo ágil y rápido, es un reparto a la altura que cumple con nota. Desde Raúl Arévalo, que interpreta de maravilla a ese loco incomprendido que debe dar clase a ese atajo de muertos, perfectamente interpretados por esa nueva casta de actores salidos de televisión por los que no daba un duro pero que me han sorprendido bastante; también hacen de las suyas los chanantes Carlos Areces, interpretando al típico aguafiesta de peli americana que quiere joder el baile del instituto; y un divertidísimo Joaquín Reyes que junto a más de un cameillo completan un reparto que llevan el peso de esta historia que huele a chicle y borrador de pizarra.

En fin, entré con miedo a esta película y salí con una sonrisa de oreja a oreja al llevarme una sorpresa muy agradable y fresca que me hace confíar un poquito más en este director que asoma lentamente pero con pulso firme su cabeza en el panorama cinematográfico español.

7/10

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