Hablar de esta película que parece hecha para el Discovery Max va a ser bastante fácil, pues no es un film remarcable, nada de ella merece la pena.
Este film ha nacido en un momento equivocado, vive en un limbo de películas desubicadas donde habitan las películas sobre temas que han pasado de moda y los dinosaurios hijos míos han pasado de moda (por mucho que este año sea el 20 aniversario de Parque Jurásico) aunque si ese fuera el único problema de la película aún podría ser aceptable, al menos si se hubieran esforzado en ofrecernos un entretenimiento medianamente digno la película podría rozar un aprobado, pero la manera tan rastrera en que la película intenta esconder los cuatro duros con que se ha hecho enmascarando a la producción de obra épica en found footage aún la hunde más en la miseria absoluta.
Y si pensáis que le estoy dando duro es porque no la habéis visto, es como si me provocara para que le diera caña. El fenómeno del found footage, en contra del tema dinosauriesco aún no está pasado de moda y eso lo sabe el tal Sid Bennett, un tío que ha dirigido un documental sobre sirenas (sí, sí no es broma) porque, aunque trampeándolo bastante juega con la cámara de un modo demasiado excesivo, para que te des cuenta que está rodada de esta manera, por si acaso eres imbécil y no te has dado cuenta el tío te marea con giros y más giros absurdos.
Y bueno, la trama y los actores pues a la altura de estas producciones que nunca debieron salir del formato televisivo, están todos los estereotipos: el gracioso, el padre preocupado (la relación paternofilial de la película da risa, de verdad que la da), la que esconde un secreto, la chica y el chiquillo repelente; los giros argumentales te los sabes de memoria y el CGI pues... es mejor verlo para creerlo.
En fin, la película perezosa de la semana, el hijo bastardo de las producciones televisivas y lo peor: los peores 80 minutos que he sufrido en tiempo. En ocasiones como estas echo en falta un ratito de The Asylum.
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