Somos la noche nace con un solo propósito el de mostrarnos como se lo pasarían las chicas de Sexo en Nueva York si fueran vampiras y nada más, NADA MÁS.
Este film alemán del director Dennis Gansel nos cuenta la historia de unas vampiras que llevan demasiados años viviendo en el mundo y han aprendido a pasárselo bien, como le demuestran a la recién llegada al grupo, una ladroncilla marginada que pasa de ser la fea con pinta de sidosa a convertirse en una sex symbol del este, osea en un callo para el resto del mundo; entre medias de fiesta y fiesta hay una trama criminal que no interesa a nadie. Esa sería la sinopsis de este film que no promete mucho y da lo justito para rellenar noventa minutos.
No es que el film esté mal rodado, en ese aspecto la película se aleja bastante de la fotografía típica del cine alemán que recuerda tanto y tanto a la serie Rex, un policía diferente, ahí Gansel se lo curra bastante y los efectos digitales también cumplen pero es la desgana reinante en una trama demasiado típica y aburrida lo que hace que tanto la fotografía
como los efectos estén al servicio de un argumento que no da para llenar más de los treinta segundos de un anuncio de perfume o de alguna bebida alcohólica.
Luego está la trama policial, una desganada serie de crímenes en los que los cadáveres aparecen con unas marcas de colmillos en el cuello (¿really?) y el policía guapete de turno, que se lleva de calle a la vampira patita fea no me cala lo más mínimo porque cuando parece que te empieza a contar algo a Gansel le preocupa más que veamos como las vampiras se hacen coca y se ponen borrachillas. Todo muy torpe.
En fin, que la idea ya daba poco por si sola para que además le sumemos el deficiente talento de su director que lo intenta pero no llega.
3/10