martes, 28 de agosto de 2012

MANOLETE


Manolete es la mayor violación cerebral que un ser humano puede sufrir viendo una película. Hala, ya lo he dicho, necesitaba empezar diciendo esto para quedarme tranquilo.

Si a este film al que se le ha denominado "maldito" le han ido tan mal las cosas desde que se gestó es porque en España hemos querido filmar una historia épica y romántica sobre la más grande figura del toreo y nos ha salido una obra de cartón piedra digna de Cine de barrio. Y no es que el film no se esfuerce por intentar hacer bien las cosas, lo intenta, pero en ningún momento llega, ni por asomo a conseguirlo. Se esfuerza en ofrecernos un retrato crudo y desgarrador de Manolete, su relación con Lupe Sino, su miedo a la muerte, sus amigos, su familia; vamos que esto tendría que haber funcionado de haber estado bien escrito, bien interpretado, bien dirigido y bien montado, pero como está hecho con tanta desgana y se nota tanto, la película no te deja entrar en su universo y solo ves actores como Juan Echanove o Santiago Segura maquillados como los de La hora Chanante y doblándose a ellos mismos dando mucha gena.


Pero si de algo hay que hablar al hablar de este film (valga la redundancia) es de la interpretación más que deficiente de Adrien Brody, que lo más seguro es que no supiera ni quien era Manolete pero como Andrés Vicente Gómez, el productor de productores del cine español pensó como todos: "Joder, como se parece este tío a Manolete" pues sacó la idea para un film, pero es una mala idea. Brody no se esfuerza lo más mínimo por dotar de vitalidad, garra y fuerza a su personaje, más que la vida de un torero me parece estar viendo, no sé la vida de un escritor o un filósofo.

Y luego está Penelope Cruz, de acuerdo que corría el año 2006 y de acuerdo que por aquel entonces aún no había despertado la verdadera Penelope que lo hace bien, tampoco demasiado, pero lo hace bien ahora en 2012; pero su interpretación como Lupe Sino, la amante/actriz/fulana de Manolete es, como todo en este film poco inspirado, mil veces visto y desganado. La Cruz no está muy interesada en hacerlo bien tanto como en llevarse a Brody a la cama, como que hacía muy bien por aquel entonces, eso de llevarse al catre a sus compañeros de reparto y posiblemente, al igual que Brody con su personaje, ella tampoco se esforzara mucho en averiguar nada sobre la vida de Sino.


Pero si ellos como pareja no funcionan nada, tampoco los decorados ni la ambientación acompañan. Como llevo diciendo un buen rato, nada está hecho con ganas en este film, Menno Meyjes, el director parece estar dirigiendo el film por encargo y eso se nota mucho a la hora de planificar unos planos casi de película independiente, en los que no se ven reflejados los 27 millones de euros que costó la película y que la convirtió en la más cara del cine español, pero también en el mayor desastre jamás filmado. No se ve ni una corrida de toros en condiciones, ni una plaza de toros en todo su esplendor, no hay ni un solo plano general donde se note que se han gastado el dinero, no hay nada que haga grande a una película que nació para convertirse en un clásico de nuestro cine más castizo y se ha terminado convirtiendo en una vergüenza y el despróposito con mayúsculas.

1/10


miércoles, 22 de agosto de 2012

HARAKIRI, MUERTE DE UN SAMURAI


Para empezar esta crítica debería decir que desconozco el film original de Kobayashi, tengo intención de verlo pero aún no lo he visto con lo cual no puedo comparar; pero sí conozco muy bien el cine de Miike ya que, de un par de años a esta parte me he puesto mucho las pilas con este hombre y he descubierto algo más que a un director de cine, he descubierto al artista, al orfebre que trabaja cada plano como una pequeña obra maestra y eso, en este film, un tanto alejado a lo que nos tiene acostumbrados se nota bastante.

Miike nos cuenta en este Harakiri la historia de un samurai retirado llamado Hanshiro que, con la intención de morir dignamente acude a la casa del clan Li para realizarse allí un Seppuku o Harakiri, pero el jefe de la casa, para disuadirle le cuenta la historia de Motome, un joven ronin que fue a su casa con la misma idea. Esto huele a clásico instantaneo, huele a humanidad, a sabiduría y a un director que se hace mayor, un hombre que ha cambiado las bases del cine asiático actual desde sus cimientos y, como se ve en este film de una manera espectacular. Ha jugado a ser un director de los años sesenta que realizaban films del género chambara, el que nos ocupa de un manera seria y con un pulso firme.


Miike que a ratos es un desmadre y algunos de sus films cargan con ese lastre y no llegan a ser todo lo buenos que debieran es también la mayoría de las veces un hombre preocupado por sus historias, un hombre que cuida cada plano dotándolo de poesía y un lirismo, en ocasiones un tanto fingido para dotar a su chambara de un aire un tanto más místico de lo debido, pero siempre demostrando lo amante del buen cine que es. Miike, que en su anterior película (13 asesinos) ya nos demostró que, en su parte inicial, con la presentación de personajes no le temblaba el pulso a la hora de explayarse y dejarlo todo bien atado antes de la tormenta de violencia que venía después, aquí se lo trabaja mucho más todo, porque el film empieza en todo lo alto y luego, cuando llega el temido flashback en el que la película debería bajar el ritmo, Miike lo mantiene y nos cuenta una historia familiar muy humana y cercana haciendo que todo lo serio que es el arranque, con toda esa tensión se relaje un poco y veamos a un genio crear arte.


Pero al final Miike vuelve a sus raices, a la violencia, tal vez aquí un poco más contenida, porque si algo es esta película es contenida cada segundo pero violencia marca de la casa 100%. Y es en esta última parte cuando Miike nos hace reflexionar, nos hacer ver que el honor entre samurais, al contrario de ser algo digno y muy de hombres es una insensatez, en mí opinión el mensaje final de Miike redondea al film, una obra de arte que se disfruta tanto como Hanshiro goza de su pastel de arroz.

9,5/10