lunes, 15 de abril de 2013

DÍA EVIL DEAD. RETROCRÍTICAS. POSESIÓN INFERNAL (1981)


Continuamos el día dedicado a Posesión infernal en Microcríticas. Ahora viajamos en el tiempo a uno de esos cines casi abandonados, compramos dos entradas para ver Evil dead de un director que está empezando y se llama Sam Raimi y nos sentamos en la mugrienta sala, en una de esas butacas con la tela rota y la esponja asomando por los rincones, nos acomodamos en ella y de repente las luces se apagan, la pantalla se ilumina y... empieza la Retrocrítica de Posesión infernal.

Si vamos hablar de Posesión infernal debemos hacerlo como dios manda, con una buena camiseta freak, unos vaqueros desgastados y a poder ser con un pañuelo en la cabeza a lo Josh Brolin en Los Goonies. Porque este film no es solo otra película de terror, es LA película de terror que marcó una década y que vista hoy en día sigue siendo tan disfrutable o más que la primera vez.
Evil dead trata sobre un grupo de jóvenes que se van a pasar un fin de semana a una casa en el bosque, allí descubren el Libro de los muertos y se desencadena la masacre. La historia no da para mucho y eso Raimi lo sabe, da para meter sustos y para poco más y eso a Raimi no le importa. No le interesa mostrarnos un tratamiento de personajes a lo Michael Haneke, no quiere que nos encariñemos con unas personas que van a morir de una manera bastante desagradable, para Raimi sus personajes son meros muñequitos que mueve por una casa endemoniada en un bosque endemoniado, no busca hacernos pensar.
Y es que el film lo tiene todo para cubrir las necesidades del más sibarita de los aficionados al gore: tiene mamellas, un par, tampoco hace falta ser excesivo, tiene sangre, más de la que te puedas imaginar, tiene amputaciones variadas y tiene un maquillaje que para la época no está nada mal. Pero Evil dead tiene cine, tiene mucho cine, la película se marca algunos planos, por ejemplo el de cuando el coche va llegando a la casa o el plano que Bruce Campbell va caminando por la casa y lo enfocan desde arriba con ese efecto de sonido chirriante cada vez que la cámara atraviesa una barra de madera del techo, que son pura cinefilia, porque Raimi puede amar el gore y saber rodarlo, pero sabe dirigir y dirige como Dios.
Las interpretaciones tal vez no serían de Oscar pero tampoco se busca eso, se busca el susto fácil y el chorretón de sangre in the face, nada más. Pero Raimi se guarda un as en la manga, porque ahí tenemos al grandísimo Bruce Campbell que merece mención aparte, es el único personaje que crece, no por el trabajo de guión sino por la actuación del actor, durante el film y eso es de lo más loable de la película.

Pues la pantalla funde a negro, hemos viajado a los ochenta, nos hemos reído, nos hemos asustado y de regalo tal vez nos hayamos llevado a casa alguna salpicadura de sangre en la camiseta. Propósito cumplido.

10/10


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