Este film nace como un gran ejercicio de cine político pero se desinfla rápido cuando no hay detrás un nombre de peso como Costa Gavras que de garra y contundencia a una historia tan tediosa como esta, a ratos bien rodada pero lenta y confusa la mayor parte del tiempo.
La nueva película del director Pierre Schöller empieza muy valiente, con una de las escenas iniciales más impactatntes y brillantes vistas en los últimos años. Hay vida tras este inicio tan prometedor, la historia del ministro de transportes francés con cierto accidente de autobús y la subida de las tasas de peaje en las autopistas empieza con garra, te coge del brazo y te obliga a mirar de frente a unos personajes muy bien escritos que danzan al vals que marca su director para poco a poco irnos soltando y al final dejarnos ir sin que lo que acabamos de ver nos interese demasiado.
Tal vez sea porque la película se pierde entre tanto tecnicismo o simplemente porque el guión se hace la picha un lío con el mismo metiendo mucha trama secundaria y dejando de lado una trama inicial con poca fuerza; pero el film no llega, los actores están perfectos y muy muy creíbles, de hecho a ratos llegas a temer por aquellos que nos gobiernan para luego llegar a la conclusión de que me cuenten lo que me cuenten son unos cabrones, no hay más moraleja que esa y el film no se esfuerza demasiado en rebatirla.
Y es que el film tiene cualidades para ser grande, a ratos me recuerda a la gran película de Paolo Sorrentino "Il divo" donde hablaban de un personaje tan potente como Giulio Andreotti. Aquí no hay un protagonista tan fuerte pero sí un ser humano cercano y brillante como es este Bertrand Saint-Jean con el que conectamos desde el minuto uno. Pero más allá de los tecnicismos, de una trama que avanza torpemente, de un golpe de efecto a mitad de film que no la ayuda lo más mínimo y un cierre bastante confuso, El ejercicio del poder es la historia de la amistad entre dos hombres, el propio Bertrand y su hombre de confianza Gilles y es al final lo que acaba importando más a Schöller, mostrar la amistad frustrada de dos hombres callados y serenos y eso se agradece pero si no sabes cerrar todos los cabos el resultado final acaba siendo una mera anécdota en mi memoria cinco minutos después de verla.
En fin, El ejercicio del poder no es una mala película, es un buen drama político hecho por un director no muy dado en estos lares que dirige muy bien, que perfila muy bien a los personajes pero que se pierde en tecnicismos que me hacen perder la atención y perder el hilo en un film de este tipo significa perderlo todo.
6/10
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