Arrodillaos gente inmunda porque Takashi Miike ha entrado en la sala con la prueba definitiva de que es que el director más grande y bizarro de la escena cinematográfica actual y nosotros solo somos sus siervos.
Ace Attorney está basado en un videojuego que desconocía completamente, que ya de por sí era bastante bizarro y que comparte el planteamiento y parte de la trama con el film de Miike: en un futuro no muy lejano la criminalidad ha ascendido hasta tal punto que los juicios no son rápidos, son rapidísimos y se celebran en tres días que, tanto en el juego como en la película funcionan en forma de rounds al más puro estilo Street fighter.
La cosa se complica cuando uno de los abogados, el desastroso Phoenix Wright decide investigar el asesinato de su mentora y defender al único culpable del crimen, su amigo de infancia y enemigo acérrimo en la abogacía Miles Edgeworth, hasta aquí el planteamiento no va más allá de una novela de John Grisham, pero Miike le da la vuelta a todo y convierte esta trama en un circo lleno de frikadas a cada cual más gorda y gozosa para el hambriento espectador deseoso de carnaza freak para aplaudir y reirse agusto.
Miike se desmelena, como casi siempre que se mete en estos barullos, como ya hizo en la más que gloriosa Yatterman o en pelis como La felicidad de los Katakuris, verdaderas frikadas que no dejarían de ser una tontería mayúscula en las manos equivocadas pero que en las manos adecuadas, las de este director, funcionan como un reloj y son obras de arte.
Miike ha rodado, en mí opinión la más acertada y mejor adaptación de un videojuego jamás realizada, va más allá de la tontería seria de Resident evil o la olvidable y detestable Doom, sin olvidarnos de aquel clásico de la bazofia llamado Super Mario Bros, la película. El director japonés sabe en que terreno juega, más que nada porque no es un novato en él; se arriesga, como casi siempre y sale más que victorioso porque es consciente de lo que hace, esto no es 13 Asesinos ni Harakiri, aquí se deja de chambaras y yakuzas porque la adaptación de un videojuego igual que de un libro o un remake de una película te obliga a meterte en su mundo, aunque dejes pequeñas píldoras de tu personalidad cinematográfica en el film pero el mundo en el que estás es el que manda, por eso los momentos surrealistas como las pantallas bajando del techo, los zooms exagerados y las caracterizaciones de los personajes son obligatorias y Miike entiende eso y lo disfruta y nosotros también lo disfrutamos.
¿Es Ace Attorney la mejor película de Miike? No, ni falta que le hace, ninguna película de este director es realmente mala, sino que es extraña, Miike es un tío extraño que disfruta haciendo cine, de cualquier tipo, por eso es imposible de encasillar, porque sus films, como este, son diferentes, coge un concepto mil veces visto, el cine de juicios y le da la vuelta, lo transforma en una celebración de la exageración y del circo freak y por eso conquista a las decenas de fans que abarrotábamos el cine Retiro de Sitges cuando se proyectó este film, completamente inclasificable pero de obligada visión; los mismos fans que aplaudimos con las manos y los pies cada momento surrealista o divertido y al mismo tiempo estábamos más que enganchados a una interesante trama de crímenes, juicios y traiciones. Solo Takashi Miike consigue eso.
9/10