Hablar de Super 8 es hablar de la película con menos personalidad del año, de la década y posiblemente de la historia del cine reciente. Pero hablar de Super 8 también es hablar de cine con mayúsculas.
La última película de J.J. Abrams tiene muchas virtudes, de hecho cada plano es una jodida lección de cine y una vuelta la infancia, pero Super 8 tiene un problema muy grande, inmenso, gigantesco y ese problema es J.J. Abrams, este señor tiene un problema e impregna a toda su película con ese problema y es que no sabe contar una historia, sabe coger cosas que ya se han hecho y unir escenas que quedan de puta madre pero que no cuentan nada en absoluto, mola mucho ver a unos niños en bicicleta por su pueblo, mola mucho la relación padre/hijo de los protagonistas, mola mucho la historia de amor infantil, todo mola mucho, pero todo eso ya lo hemos visto y nos lo enseñó muy bien en su momento el productor de este film, el verdadero experto en un género que yo he denominado: "pura magia" y ese señor es Steven Spielberg. Sin Spielberg no existiría Super 8, más concretamente sin E.T. no existiría Super 8 y ese es el gran lastre de esta película, ha nacido en una época equivocada y ansia tanto ser de aquel tiempo tan dulce donde los marcianos eran acurrucables y las aventuras eran supermegaultracojonantes que ha hecho copia y pega de algo que el señor Spielberg ya hizo en su día (perdón pero esto lo tengo que poner en mayúsculas porque mi yo infantil lo está pidiendo a gritos) DE PUTÍSIMA MADRE y lo ha llamado homenaje (je je vaya a otro con ese cantar señor!) lo que ha hecho J.J. aquí es lo mismo que hizo hace dos años en Star trek, tocarnos el corazón a través de algo que ya conocemos, en aquel caso era un reboot con los tripulantes de la nave Entreprise en la edad del pavo, pero jugó al mismo juego que aquí, nos mostró algo que ya conocíamos para ganarnos por ahí cuando en realidad tampoco tenía nada especial que contarnos, pero al ver a Kirk, Spock y McCoy y como se conocieron, sus tensas relaciones y el relamido "como empezó todo" se pensaba que a la gente le daría igual una trama que giraba en torno a eso y ya está y como en la película que nos ocupa al final le dio un arrebato y quiso ser directorazo e hizo, como aquí una parte final que deja mucho que desear con respecto al conjunto.
Pero bueno, pero bueno que Super 8 es una clase magistral de cine impartida por Spielberg en manos de J.J. Abrams no se nos olvide. Y eso es lo que la salva de la quema y no solo la salva si no que la envía a los cielos en un chasquido de dedos, porque esto es nuestra infancia, la infancia de todos los que en su día lloramos al ver a E.T. volver a su planeta o nos partimos el ojete con Sloth (no es de Spielberg lo sé, es de Richard Donner) o flipamos con la nave espacial de Encuentros en la tercera fase tocando aquella melodía, esta película es para nosotros. Hay que reconocer que la relación padre/hijo de los protagonistas que he comentado antes está muy bien llevada, la historia de amor infantil es tierna y muy dulce y ver a esos amigos por el pueblo con sus bicicletas es simplemente genial aunque ya lo hayamos visto y por ahí se escapa J.J. porque aquellas películas, igual que esta son entrañables, te tocan la fibra y te dejas llevar por unos personajes increíblemente bien escritos y con una trama que, aunque sin mucha chicha te mantiene en vilo hasta el decepcionante cuarto de hora final; también reconozco que si hubiera sido por mí habría alargado más la parte en la que el grupo de amigos rueda su película de zombies porque esas escenas son divertidísimas (ojo a los créditos finales simplemente fantásticos) y habría puesto en un pedestal a la niña protagonista una Elle Fanning que ya sale con +5 puntos de talento por salir de la familia de actrices que sale.
Resumiendo, una película fantástica, entrañable y preciosa que en su cuarto de hora final nos devuelve a la realidad y nos muestra que aquella época de pura magia ha muerto y que el cine no volverá a ser igual.
8/10
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